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La importancia del buen amor cuando llega el ocaso...

“¡Si la juventud supiese! ¡Si la vejez supiese!”. Henry Estienne

La vejez es inevitable... pero marca una diferencia importante el cómo finalmente se vive el ocaso. Un ciclo paradójico para todos, es vernos en perspectiva finalmente como los padres de nuestros padres. Cuando este tiempo llega, puede variar de una familia a otra y estas diferencias nos pueden llegar a definir como una gran familia o tal vez no.

Observar con detenimiento, de que forma nuestros padres van envejeciendo, no forma parte importante de nuestros analisis cuando estamos en la adolescencia, o en el comienzo al formar nuestras propias familias...pensamos en ese instante que nuestros padres son eternos, no envejecen; se transforman de sostén económico y emocional, a esos bastones de apoyo moral en la crianza de los hijos y en muchos casos en nuestras decisiónes como adultos.

La vida transcurre y creo que nunca estamos preparados para anticipar que todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Que nuestros padres fuertes, energicos, guías y modelos, de repente comienzan a dar pasos un poco mas lentos y de la noche a la mañana observamos como su columna vertebral se va acortando y se hacen mas bajitos, comenzamos a observar repeticiones en sus historias, aparecen temores y cuestionamientos ante lo que consideran arriesgado para nosotros, se vuelven mas reflexivos sobre la crianza de nuestros hijos y en fin...comenzamos a detenernos en esa imagen y comprendemos de un golpe, que nuestros padres comienzan a envejecer.

De forma simultanea comenzamos a observar que nosotros mismos incorporamos frases en nuestras conversaciones tales como... antes se disfrutaba más de la vida, la diversión era más sana, había mas libertad y seguridad, la musica en mi época... y un largo etcétera que en momentos de reflexión nos llevan a pensar..." oye, estoy hablando como mamá o papá..."

Llegar a esta etapa con nuestros padres saludables, coherentes y activos es una bendición que muchas veces no apreciamos y en muchas ocasiones no nos detenemos a retribuir con nuestro tiempo esa atención, tan necesaria para evitar la sensación de soledad en nuestros padres. Por el contrario, cuando la vida da un vuelco y nos presenta realidades de enfermedad, se hace necesario colmar con amor, atención y mucha estrategia incluso, esos espacios.

Agradecer la vida y la dedicacion de nuestros padres en formarnos, debe ser un motivo principal para recordar todos los días que hay un compromiso, basado en el amor hacia ellos y que este compromiso termina solo cuando nos despedimos en vida.

Los buenos padres se encargan de abonar el terreno durante toda su vida activa, esperando recoger semillas de amor y en muchos casos la cosecha nunca llega... esto tiene muchos matices que no es mi tema abarcar... solo quiero referirme a lo que siento particularmente sobre mis padres...

No es justo ver envejecer a nuestros buenos padres en medio de la enfermedad...solo el amor infinito nos permite entender y obrar...

No se que cosas pasan por la mente de nuestros padres, cuando su mente se sumerge en un mundo paralelo, pero si estoy segura que sienten en el recondito de su memoria los afectos y las atenciones... no en vano recibimos el regalo de una sonrisa a cambio en medio de miradas perdidas en el tiempo. 

Honrar a nuestros padres otorgandoles una vejez digna, debe ser un proposito de vida para los hijos. Velar por su seguridad y tranquilidad es la mejor de las acciones. Amar y respetar ese nexo nos hace mejores personas. El que es buen hijo es buen esposo y padre y en nuestro ejemplo de atención hacia ellos, nuestros hijos tendran una enseñanza que seguramente recordarán cuando nos toque repetir el ciclo. Es que en resumen vinimos a este mundo gracias a la decisión de dos y si la historia fue maravillosa en nuestra infancia igual debe ser para ellos en el ocaso.

Paz y bien!